jueves, 12 de enero de 2012

Introduccion del libro Porn-again Christian

Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
–Job 31:1 (Biblia de las Americas).

Usted forma parte de una cultura que gasta más dinero anualmente en la
pornografía, que en la música country, rock, jazz, clásica, las obras de
Broadway, y el ballet juntos. El apóstol Pablo en su día acusó a algunos de
adorar su vientre como un dios, y en nuestros días parece que ese dios se ha movido un
poco más hacia abajo.

Como pastor de una grande y creciente congregación llena de hombres fuertes,
muchos de ellos jóvenes, he visto cómo los pecados secretos de la pornografía y la
masturbación paralizan a los hombres con la vergüenza, culpa, y pena. He escrito este
libro para abordar el asunto de una manera teológica y práctica, esperando ayudarles a
experimentar el poder que el evangelio da para perdonar, renovar, y empoderarlos por
su gracia. Como hablo de hombre a hombre, puede que mi tono no agrade a algunas
mujeres, por lo tanto les pido a las mujeres que no lean este libro a menos que sean la
esposa de alguien que lo haya leído para que juntos puedan hablar amorosamente del
tema. Para aquellos hombres que quieren animar a otros a llevar una vida pura, pido
a Dios que este libro sea útil y fácil de leer para que lo repartan a todos los amigos que
puedan como herramienta de aprendizaje apta para quienes necesitan una extracción
cráneo-rectal.

Primero aprenderemos el propósito de Dios en nuestra sexualidad, y después
examinaremos cómo pecamos contra Él en ese sentido. En los primeros capítulos
de Génesis, vemos que nuestro Dios trinitario hizo todas las cosas y dijo que eran
«buenas». Lo único que dijo que no era «bueno» fue que Adán, nuestro primer
padre, estaba solo. Tenía debajo a la creación y a Dios arriba, pero nadie a su lado que
anduviera con él como par. En ese estado Adán no podía vivir en comunidad con Dios
re ejando la Trinidad; Adán estaba solo sobre la tierra y no estaba en comunidad. Por
esta razón, entre otras, Dios dijo que «no era bueno» que el hombre estuviera solo. Por
eso creó Dios a la mujer, nuestra primera madre. Así Dios estableció como precedente
que aunque el hombre y la mujer son diferentes, gozan de igualdad como portadores de
su imagen; que el matrimonio es un don que ha de ser disfrutado por un solo hombre y
una sola mujer, y dijo que todo eso era «bueno en gran manera».

Además, cuando dijo: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer,
y no se avergonzaban» (Génesis 2:24-25). Dios creó sus cuerpos para que disfrutaran
el placer sexual dentro del matrimonio, sin sentirse avergonzados. Por lo tanto, la
intención de Dios es que tanto hombres como mujeres se casen y disfruten el placer
sexual sin sentirse avergonzados.

Sencillamente, según Dios, el matrimonio y el sexo están relacionados,
conectados, y son exclusivos en que Dios quiso que el sexo fuera solo para un hombre
y una mujer, dentro del matrimonio, a n de que fueran una sola carne. Por ende,
como su de nición lo indica, el pecado es cualquier cosa que contradiga a Dios. Por
eso, son pecados: el adulterio, la prostitución, las violaciones, la poligamia, la lujuria
pecaminosa incluyendo la pornografía, la prostitución, la pederastia, el incesto, y
cualquier otra cosa inventada que trata de apartarse de la clara de nición que nos dan
las Escrituras.

Cuando el pecado entró al mundo, trágicamente los seres humanos se apartaron
de Dios y de sí mismos. Por ejemplo, en Génesis 3 vemos a nuestros primeros padres
escondiéndose de Dios y de ellos mismos en el huerto, avergonzados y confundidos por
su desnudez y sexualidad. En el resto de Génesis, el pecado sexual surge de todos los
modos habidos y por haber, debido a que al entrar al mundo el pecado todo se estropeó
por su causa, incluyendo la sexualidad.

Introduccion del libro Porn-again Christian
Pastor Mark Driscoll
Marshill Church


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