¿Alguna vez te
has hecho algún propósito de año nuevo? Normalmente no termina bien, nos
decimos, “este año voy a ir al gym todos los días y a la segunda semana de
enero ya estamos intercambiando la ida al gym por la ida a McDonalds. No lo
digo en mal plan, y no digo que es malo tener buenos planes y propósitos para
un nuevo año, pero la realidad es que normalmente no cumplimos con nuestros
propósitos y esto demuestra algo muy importante acerca del evangelio.
Los humanos
somos malos para seguir reglas
Normalmente
cuando me propongo algo no dura mucho. Siempre que voy a la playa a correr me
digo, wow que padre esto lo voy a hacer todos los días, y voy normalmente por
tres días antes de aburrirme. Lo mismo pasa en la época de año nuevo, nos
decimos “no voy a tomar Coca-Cola otra vez” y de repente vamos al oxxo y las
ganas son demasiadas y caemos. Así es con Dios cuando nuestra mentalidad es NO
PECAR, vamos a caer. Pablo dice que la ley, o las reglas son para demostrarnos
nuestro pecado (Romanos 7:7) y siempre que ponemos reglas y vivimos por reglas
nos demuestra lo mismo, no podemos solos. Las reglas, metas, y propósitos no
son malos, simplemente nos demuestran nuestra debilidad. Y eso nos lleva a reconocer que no es
suficiente intentar alejarnos del mal, necesitamos algo más profundo.
Necesitamos de un regalo, un refuerzo, y una recompensa.
Un regalo
Para vivir una
vida en santidad no podemos solamente intentar ser buenos porque por más que
intentemos no podemos ser santos (1ra de Juan 1:10). Nuestra propia voluntad no
es suficiente para permitirnos caminar en santidad. Necesitamos que la santidad
sea un regalo, algo que Dios nos dé, no porque lo hemos ganado sino porque él
es bueno. (Romanos 3:24) Después de recibir la santidad como un regalo ya no
tenemos la presión de tener que lograr el mayor esfuerzo para ser santos, ahora
somos santos porque él nos ha regalado la santidad y podemos disfrutar de una
relación con Dios en humildad, no basada en lo que nosotros hacemos pero en lo
hizo por nosotros.
Un refuerzo
(ayuda)
Seguido,
cuando se predica correctamente el evangelio, la pregunta es, ¿Si no depende de
mí entonces no tengo que hacer cosas buenas? ¿Puedo cometer todo el pecado que
quiera sin ninguna consecuencia (Romanos 6:1)? Y la respuesta es no, Dios nos ha
dado vida, nos ha dado propósito, nos ha dado esperanza, ¿por que queríamos
regresar a la vieja forma de vivir? (Romanos 6:2). Entonces, ¿Regresamos a
vivir por las reglas? No, ahora ya no vivimos por lo que no debemos de hacer,
ahora vivimos por lo que el espíritu santo nos da la habilidad de hacer. El nos
ayuda a vivir de la forma que debemos (Juan 14:26). Entonces ahora nuestra vida
no se trata de seguir reglas, ahora se trata de caminar junto al espíritu santo
haciendo las cosas que él ha preparado para nosotros y que él nos ayudara a
hacer. (Efesios 2:10)
Una Recompensa
Normalmente
cuando tenemos un propósito de año nuevo que se cumple es porque la recompensa
fue lo suficiente grande para motivarnos. Si realmente queremos bajar de peso lo
hacemos por salud o por imagen, o le que sea, pero la recompensa nos motiva. Queremos
ahorrar para pagar nuestras deudas porque no queremos el estrés de las deudas,
una vez más, la recompensa es buena motivación para hacer lo correcto. Ahora, Si
una recompensa temporal nos motiva a hacer cosas difíciles, ¿Cuánto más una
herencia eterna? (Colosenses 3:24). La biblia elogia a Moisés por tener sus
ojos en el galardón envés del pecado (Hebreos 11:26). No hay nada de malo en
anhelar la recompensa divina. Jesús 7 veces promete cosas preciosas a los
cristianos que vencieren y que permanezcan (Apocalipsis 1-4). Dios nos promete
recompensas preciosas a las cuales, a través del poder del espíritu santo por
la gracia de Dios, debemos de aspirar a tener. La recompensa mayor es la vida
eterna, y eso es conocer a Dios cada momento más por el resto de la eternidad
(Juan 17:3).
Jonathan Domingo
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