martes, 3 de enero de 2012

Dios usa tus propósitos de año nuevo para aprender a confiar en él.


 
¿Alguna vez te has hecho algún propósito de año nuevo? Normalmente no termina bien, nos decimos, “este año voy a ir al gym todos los días y a la segunda semana de enero ya estamos intercambiando la ida al gym por la ida a McDonalds. No lo digo en mal plan, y no digo que es malo tener buenos planes y propósitos para un nuevo año, pero la realidad es que normalmente no cumplimos con nuestros propósitos y esto demuestra algo muy importante acerca del evangelio.

Los humanos somos malos para seguir reglas

Normalmente cuando me propongo algo no dura mucho. Siempre que voy a la playa a correr me digo, wow que padre esto lo voy a hacer todos los días, y voy normalmente por tres días antes de aburrirme. Lo mismo pasa en la época de año nuevo, nos decimos “no voy a tomar Coca-Cola otra vez” y de repente vamos al oxxo y las ganas son demasiadas y caemos. Así es con Dios cuando nuestra mentalidad es NO PECAR, vamos a caer. Pablo dice que la ley, o las reglas son para demostrarnos nuestro pecado (Romanos 7:7) y siempre que ponemos reglas y vivimos por reglas nos demuestra lo mismo, no podemos solos. Las reglas, metas, y propósitos no son malos, simplemente nos demuestran nuestra debilidad.  Y eso nos lleva a reconocer que no es suficiente intentar alejarnos del mal, necesitamos algo más profundo. Necesitamos de un regalo, un refuerzo, y una recompensa.

Un regalo

Para vivir una vida en santidad no podemos solamente intentar ser buenos porque por más que intentemos no podemos ser santos (1ra de Juan 1:10). Nuestra propia voluntad no es suficiente para permitirnos caminar en santidad. Necesitamos que la santidad sea un regalo, algo que Dios nos dé, no porque lo hemos ganado sino porque él es bueno. (Romanos 3:24) Después de recibir la santidad como un regalo ya no tenemos la presión de tener que lograr el mayor esfuerzo para ser santos, ahora somos santos porque él nos ha regalado la santidad y podemos disfrutar de una relación con Dios en humildad, no basada en lo que nosotros hacemos pero en lo hizo por nosotros.

Un refuerzo (ayuda)

Seguido, cuando se predica correctamente el evangelio, la pregunta es, ¿Si no depende de mí entonces no tengo que hacer cosas buenas? ¿Puedo cometer todo el pecado que quiera sin ninguna consecuencia (Romanos 6:1)? Y la respuesta es no, Dios nos ha dado vida, nos ha dado propósito, nos ha dado esperanza, ¿por que queríamos regresar a la vieja forma de vivir? (Romanos 6:2). Entonces, ¿Regresamos a vivir por las reglas? No, ahora ya no vivimos por lo que no debemos de hacer, ahora vivimos por lo que el espíritu santo nos da la habilidad de hacer. El nos ayuda a vivir de la forma que debemos (Juan 14:26). Entonces ahora nuestra vida no se trata de seguir reglas, ahora se trata de caminar junto al espíritu santo haciendo las cosas que él ha preparado para nosotros y que él nos ayudara a hacer. (Efesios 2:10)

Una Recompensa 

Normalmente cuando tenemos un propósito de año nuevo que se cumple es porque la recompensa fue lo suficiente grande para motivarnos. Si realmente queremos bajar de peso lo hacemos por salud o por imagen, o le que sea, pero la recompensa nos motiva. Queremos ahorrar para pagar nuestras deudas porque no queremos el estrés de las deudas, una vez más, la recompensa es buena motivación para hacer lo correcto. Ahora, Si una recompensa temporal nos motiva a hacer cosas difíciles, ¿Cuánto más una herencia eterna? (Colosenses 3:24). La biblia elogia a Moisés por tener sus ojos en el galardón envés del pecado (Hebreos 11:26). No hay nada de malo en anhelar la recompensa divina. Jesús 7 veces promete cosas preciosas a los cristianos que vencieren y que permanezcan (Apocalipsis 1-4). Dios nos promete recompensas preciosas a las cuales, a través del poder del espíritu santo por la gracia de Dios, debemos de aspirar a tener. La recompensa mayor es la vida eterna, y eso es conocer a Dios cada momento más por el resto de la eternidad (Juan 17:3).

Jonathan Domingo

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