Libro por el Pastor Juan Domingo (capitulo 1)
Confianza
"¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío." Salmos 42:5
La depresión es un estado de ánimo que nos afecta a todos nosotros de vez en cuando. Pero para unos es como un pozo resbaloso que baja hasta el lodo de la desesperación sin haber forma de salir. Para ellos, hay una batalla día tras día esperando encontrar una esperanza con la cual seguir adelante. El Rey David, quien escribió el salmo citado arriba, era un gran guerrero y un héroe para sus seguidores. El había vencido al gigante. El y sus hombres valientes habían matado a diez mil. Pero por dentro, en lo profundo, David tuvo dificultad en vestirse con su armadura cada día. Había veces que quería darse por vencido y renunciar. Elías era un hombre como cualquiera de nosotros. Todos pasamos por las mismas luchas y tentaciones.
Después que Dios había enviado una sequía aguda a su país, Elías confrontó a los enemigos verdaderos de su pueblo- los falsos profetas de Baal. El desafió a la gente para escoger entre seguir a Baal o al Dios vivo y verdadero. El Señor se manifestó allí en el Monte Carmelo y envío fuego del cielo para consumir el sacrificio. No sólo fueron desaprobados los falsos profetas sino dados de baja permanentamente cuando Elías los llevó al arroyo de Cisón y los mató. Estoy seguro que Elías, después de su gran victoria, estaba bien emocionado y feliz. Pero el diablo estaba allí presente cuando Jezabel le envió su orden de muerte a través de un mensajero. Ahora, si Jezabel en verdad quería matar a Elías, este mensajero fácilmente lo hubiera hecho. Pero esta mujer dominante y enojona quería manipular, avergonzar y descreditar a Elías y mostrar que realmente mandaba ella en su reino. Su truco funcionó y Elías huyó lejos al desierto donde oró pidiendo morir, diciendo, "Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres." Elías había estado orando por un avivamiento espiritual en su nación, pero con los grandes milagros que el Señor hacía, la gente permanecía sin cambiar.
Nosotros, también, sabemos que la única razon por la cual vivir, es para servir a nuestro Rey y Maestro. Pero, ¿que pasa cuando no vemos ningún cambío? En lugar de avanzar la obra del Señor, a veces parece que echamos a perder más cosas que las que logramos. El Señor ciertamente escuchó la oración de Elías por Israel y nació un gran avivamiento espiritual a través del ministerio del discipulado- la escuela de profetas. La generación de su discípulo Eliseo iba a ver el fruto de todo lo que él había sembrado. La pregunta entonces es: ¿Cómo podemos animarnos aun cuando no vemos ningún fruto inmediato? David, un hombre que conocía profundamente la depresión, ofrece la solución. Esperanza. "Espera en Dios, porque aun he de alabarle." ¿Cómo alabar a Cristo cuando nos sentimos completamente podridos? ¡Por fe! Jesús conoce nuestra condición y te ama tal como eres. ¡Eres aceptado en el amado! Jesús es tu esperanza. "¡Y la esperanza no averguenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado!" (Romanos 5:5) ¡Gloria a su Santo Nombre por siempre!
Pastor Juan Domingo
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